La Muerte a Tiempo

Elecciones Presidenciales de 1871

Texto : Arturo Villalpando

El año inició en tensa calma. No había rebeliones en curso y la ciudadanía permanecía expectante en las inminentes elecciones. El calendario marcaba la renovación del Congreso y la Presidencia de la República. Para la ocasión, Juárez ya sumaba poco más de 13 años en el cargo, y aunque la Constitución daba cauce a la reelección indefinida, crecía la idea de su necesario retiro. El mandatario, por su lado, sentía obligada su permanencia, y el juarismo se escindió.

Dos facciones surgieron para hacerse del poder. Una militar con Porfirio Díaz al frente, y otra civil presidida por Sebastián Lerdo de Tejada. Así, chocarían los tres principales héroes del triunfo de la República sobre el Imperio, y hacían añicos al mítico Partido Liberal.

Durante el segundo bimestre del año era claro que los partidos juarista, lerdista y porfirista disputarían el poder. Además, hubo una reforma constitucional de gran trascendencia. La elección presidencial ya no sería calificada por las diputaciones locales, sino por la diputación federal erigida en Colegio Electoral. Era todo un cambio en el modo de hacer proselitismo.

El clima fue de exaltación. El nerviosismo por la posibilidad de que Juárez sumara dieciocho años ininterrumpidos en el poder generó una especie de doble campaña. Junto al esfuerzo electoral, donde los grupos reivindican sus atributos y critican a los oponentes, había rumores sobre inminentes insurrecciones.

El resultado para el juarismo fue traumático. Ganó sin alcanzar la mayoría absoluta de votos y todo quedó en manos del futuro VI Congreso. Pocos diputados resultaron reelectos y surgía la posibilidad de ser vencido a manos de una alianza opositora.

Juárez maniobró y logró su empeño. Su extraordinaria habilidad lo sacaba adelante, pero estalló la paz. Díaz se levanta en armas y da a conocer su Plan de la Noria para expulsarlo del poder, pero sorpresivamente a los pocos meses muere el prócer de angina de pecho y los insurrectos deben renunciar a su causa. Era un deceso oportuno, porque además del restablecimiento de la paz, su figura recuperó el merecido reconocimiento.