El Ansia del Cambio

Elecciones Presidenciales de 2000

Texto : Arturo Villalpando

La sucesión de Ernesto Zedillo mostró situaciones inéditas. Su prolongada duración, la mecánica en la selección de candidatos, el tono de las campañas políticas, la construcción de alianzas partidistas, el creciente poderío de los medios de comunicación electrónica, el mayor peso de la opinión ciudadana, y los efectos de una legislación electoral más equitativa, fueron el epicentro del suceso político más significativo de la segunda mitad del siglo XX: La alternancia.

En esta ocasión la efervescencia inició en las filas de la oposición. El partido gobernante estaba atrapado en una especie de marasmo por el cúmulo de tropiezos electorales infringidos, y por la actitud del presidente Zedillo de rechazar liderarlo bajo supuestos de una “sana distancia”, y sin duda también sumaba que las fuerzas opositoras relevantes hablaban de erigir una coalición opositora que les entregase el poder.

El PRI se resistió y el presidente Zedillo tuvo muchas dificultades para imponer a su candidato, Francisco Labastida Ochoa. La pretendida gran alianza opositora (PAN-PRD), finalmente no logró concretarse y varios membretes de la izquierda con el PDR al frente hicieron candidato por tercera ocasión a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, mientras que el PAN fue literalmente desbordado por el activismo de Vicente Fox Quesada, personaje de reducida experiencia política y pírrica militancia panista.

En el espectro electoral hubo otras tres candidaturas que no lograron trascender el plano testimonial. Manuel Camacho Solís, del PCD; Gilberto Rincón Gallardo, del PSD, y por el PARM, Porfirio Muñoz Ledo, aunque el político de viejo cuño priista días antes de los comicios declinó su empeño para sumarse a la causa foxista.

La gran sorpresa de la jornada fue que habría alternancia. El candidato panista obtuvo un triunfo inobjetable en 21 entidades federativas. El priista apenas lo hizo en 10, mientras que el perredista sólo ganó en su natal Michoacán. En total orden era el fin de siete décadas de dominio ininterrumpido de una misma fuerza política.