El abismo del .56 por ciento

Calderón vs López Obrador

Texto : Arturo Villalpando

El abismo del .56 por ciento: Calderón vs López Obrador. El domingo 2 de julio de 2006 cerró la jornada con dos nuevos presidentes. Por extrañas razones, Luis Carlos Ugalde, titular del IFE, se reservó la cerrada diferencia que apuntaban los conteos rápidos, y de inmediato Calderón y López Obrador salieron a decirse ganadores.

El brete apenas iniciaba. Desde el arranque del PREP la tendencia siempre favoreció al perredista, aunque de último momento hubo un vuelco a favor del panista. Con el 98.45 por ciento de las actas computadas ganaba por una diferencia del 1.04 por ciento. No era el final. Las criticas arreciaron por no incluirse las actas con inconsistencias que, al hacerlo, acortarían más la brecha al dejarla en sólo 0.62 por ciento.

La situación siguió complicándose. El miércoles, día del conteo distrital según dictados del COFIPE, la diferencia entre los dos finalistas se redujo mucho más al quedar en 0.58 por ciento. Las dudas se agolpaban y en la plaza pública comenzó el clamor de “voto por voto, casilla por casilla”.

La siguiente etapa tocó al TEPJF. En el proceso de validación, previo a la declaratoria de Presidente Constitucional, se ordenó revisar un porcentaje representativo de las casillas impugnadas, y del recuento de 9.07 por ciento de estas en 149 distritos electorales de 26 estados, equivalente a 11,839 casillas, la diferencia volvió a disminuir al quedar en 0.56 por ciento, igual a 233,831 votos.

En las calles el encono se desbordaba. La nimia diferencia y su continua disminución hacía apetecible el conteo total, porque sin sospechar un posible fraude, aunque no debe soslayarse la incursión de los batallones electorales del magisterio, las diferencias aritméticas en el 90.93 por ciento de las casillas restantes, podrían cambiar el resultado. La medida no estaba prevista en la ley, pero era una actitud políticamente deseable para borrar toda sospecha y tener un presidente con indudable legitimidad.

Calderón no se atrevió. Le faltó visión de Estado y le sobró ambición de poder. Nunca quiso negociar. Se afianzó en entresijos legales, aunque su investidura acabase mellada con la sombra de la duda.

Volumen 5 proximamente.